lunes, 26 de noviembre de 2007

Caos mental

La droga y las bicicletas son excelentes compañeras. Son como un super combo. Es 1 + 1 = 77 .



Las personas vamos por la vida bailando un vals bastante siniestro con los homúnculos. Lo agarrás de la cintura, te lo acercás, y girás al son de (8) chun-da-ta (8) hasta marearte, y recién ahí te entregás a los brazos del siguiente. Es ese estado de embriaguez atolondrada el que permite que sea ella la que marque el paso. Y así uno se cree que placer y la paz tienen algo que ver entre sí.

¡desafíos! El mundo está planteando desafíos. Uno atras de otro. Continuamente. Todo, todo, todo, todo, todo, todo, todo, todo, no es más que un simple desafío. El juego ese que hay que ir pasando de nivel, venciendo creeps y bosses, ir subiendo de nivel.

Ahora tiene sentido, los demonios. Uno convive con ellos. Estan ahí, a veces disfrazados de viejitas, a veces de razonamientos lógicos, a veces de . . . pastelitos rellenos de dulce de batata y grana de colores, todo embadurnado de almíbar. Y cada tanto uno los desenmascara. Y ahí es cuando los ve como realmente son. Y empieza la lucha. Por supuesto que eventualmente el protagonista es el que sale victorioso. La novela no tiene gracia si el personaje se entrega al segundo capítulo. (¿mediocre es la palabra?)
Hay que destrozarlos, comerlos y untarse el cuerpo con su sangre. Y así ganar la inmortalidá. De más está aclarar que hay tener cuidado con las hojas de tilo.

Y sobre todo, no hay que dejar que al axolote le sagan berrugas por todo el rostro. Eso es lo más importante de toda la perorata de anterior.
¡PUTOS TODOS LOS ENEMIGOS DEL PINTOÍSMO!