jueves, 24 de abril de 2008

Embriagado sin vino, drogado sin oranja, y existiendo sin sentido

Dos seres extraños se cruzan, se miran, se cotejan, y finalmente se desconfían. Ninguno dice nada, y ambos continúan su camino casi sin volver la mirada hacia el extraño sujeto que han encontrado. Hay veces que la excepcionalidad es curiosamente incompatible. Tan incompatible como el sentido y el sin sentido, o quizás se acerque mucho más a la realidad decir que es tan incompatible como lo sin sentido y lo sin sentido. Porque lo que tiene sentido puede ser anexado a cualquier cosa, claro, porque tiene sentido.

Es curiosa una cualidad que tienen algunos hombres de ser cualquiera, es decir, cualquier cosa, sin importar el sentido exterior de ella. No importa la forma que adopte su mundo, su mente, sus pensamientos, sus acciones, es decir la arquitectura de su manifestación exterior. Lo único que importa en esas personas es la esencia desde lo cual surge todo eso. Es aquel material con el cual se realizan todas esas construcciones. Aunque cabría señalar que el material no es de un tipo ordinario, ni se limita únicamente a ser algo estático esperando ser modificado, porque resulta que la persona toda es ese material, y por lo tanto lo son también las acciones que llevan a su transformación. Es decir, ese material que es fundamento de su genialidad es también el mismo. Doblemente genial, doblemente sin sentido, doblemente absurdo. Si quisiera encapsular toda esa idea, simplemente diría: tan absurdo como vivir, tan absurdo como morir.

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Ayer* asistí con Enrra al prerelease de Shadowmoor, la nueva expansión de Magic. Sumidos en una extraña curva del eterno retorno, experimentamos constantemente la sensación de estar reviviendo acciones y hechos del pasado. Naturalmente no exactamente los mismos hechos, pero si al igual que los anteriores no eran más que el reflejo o la reproducción en nuestro mundo de ciertas realidades superiores e inmutables. ¿Es qué acaso no somos más que un reflejo, una imitación o encarnación de ciertos elementos que nos trascienden y que apenas podemos vislumbrar?

* Naturalmente no escribí esto un 25 de abril. No sea idiota.

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Han pasado 5 años desde el 2003, y 6 desde el 2002. Si uno quiere ser totalmente abarcativo, en cierto sentido, habría que decir que han pasado 8 años desde el 2000. Es bastante, suficiente, como para dejar atrás una niñez y de pronto encontrarse con manos de adulto, blancas, con dedos largos, y de cierta forma monstruosas. Aunque no horriblemente monstruosas, sino bellamente monstruosas.

Por otro lado, el tiempo es bastante curioso. Transcurre, modifica todo, ya sea lo que está al exterior de la frontera o lo que se encuentra dentro de ella. Sin embargo yo sigo siendo el mismo individuo. No quiero decir que sigo siendo igual, sino simplemente que el sujeto que lleva adelante las acciones que se corresponden con ese pasado y también con el futuro es el mismo. Quizás yo no sea más que los límites desde donde todo lo demás se transforma. Pero si llego a sospechar que estos límites se expanden, se modifican, entonces ya no se me ocurre donde puedo encontrar mi individualidad. Bueno, quizás un loco podría decirme que la individualidad es tan falsa como el espacio-tiempo, o tan falsa como los sentimientos, o incluso tan falsa como los recuerdos, y el futuro que en teoría está llegando en estos mismos instantes (ya sea el de la escritura de estas palabras o el de su lectura). Aun así, no me resulta totalmente negada la idea de lo que se mantiene a lo largo del tiempo es la esencia como esqueleto de todo lo que pasa.

Mi mente crea las cosas. Los personajes que me rodean y las situaciones que me ocurren. Son extrañas. Suelen no tener sentido, ser absurdas, divertidas, como si fueran sueños. Mi vida es bastante divertida, y lo mejor de todo, es que puedo reírme de ella y de mi mismo. La miseria de la existencia no es más que la coronación de la tristeza del tiempo final en la víspera del Ocaso de los Dioses, del Ragnarok, del silenciamiento de los necios, del baño purificador.

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Una de las cosas que quise decir antes, es que nada de lo que hago tiene algún sentido real. Soy libre de darle la forma que desee al mundo todo, y aun así, en ese sin sentido, en ese eterno absurdo, todo tiene una significación profunda y real como reflejo del Ser Puro.

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Cosas que no pueden faltar en un Gran Día de Fiesta: La alegría de haber triunfado en el infierno aniquilador. La sorpresa de descubrir que uno era el Demonio de ese infierno. La sospecha de que en realidad uno se escapó del paraíso porque era demasiado aburrido o demasiado animalesco y separatistamente fundó su propio mundo, en donde como las leyes yo las pienso, es todo mucho más divertido.

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